Atención

Por: Andrés Jaramillo
@andresgaj 

Nuestro Mateo no necesitaba una muda de pañal. Estaba tan limpiecito que el aroma a manzanilla del champú se percibía sin acercarse demasiado a su cabello. Tampoco le provocaba un aperitivo. Ya había terminado con todas las reservas que la mamá tenía para enfrentar la noche y la madrugada de mal sueño.

El ‘amorito’ lloraba por otro motivo. Uno que quizá es igual de básico que comer, dormir o sentirse limpiecito. No  habíamos reparado en ello antes, porque surgió apenas después de que cumplió los tres meses y se volvió más sociable. Especialmente con los primos que lo cargan y le hablan como a otro de sus peluches preferidos.

Lo que le urgía era atención. Nada más. !Atención! Que los papás le dediquen un tiempo que sea exclusivo, pero a la vez prolongado para compartir juntos más que un abrazo o un beso rápido. Puede parecer simple, yo sé… pero créanlo, no lo es. Y menos si le urge a las 06:00 de la ‘madrugada’, cuando la mamá cree, ingenuamente, que podrá recuperar el sueño perdido.

El abrazarlo, cobijarlo o traerlo a la cama para que este como pollito, calentándose en medio de los papas, no ayuda. Lo que pide es que le hablen viéndolo a los ojos. Que el papá le pregunte si sintió frío en la noche o si, por el contrario, pudo con el calor de la pijama térmica.

Que le consulte sobre lo que le hizo reír a carcajadas cuando aún tenía los ojos cerrados en la noche o si ese despertar abrupto por la madrugada fue culpa de alguna pesadilla. Incluso sobre los planes que tiene con la mamá para el día que empieza. Si irán al parque para jugar en el columpio o tendrán que quedarse en casa para que la lluvia no los atrape sin paraguas.

Nos pide que le hablemos, que le correspondamos la conversación y lo escuchemos. Esos !agú! sus !aaaa! los !je!, sus !gú!,  que plagan las charlas mañaneras, se han convertido en el mejor despertador para encarar las tareas diarias, pero también en el mejor aliciente. Nos cambia el día como papás verlo feliz hablando como si quisiera decirle al mundo, igual que el expresidente José María Velasco Ibarra: “Dádme un balcón en cada pueblo y seré Presidente”.

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