Conjuro

Por: Andrés Jaramillo Carrera

20171005_183743Antes de casarnos, cuando los preparativos de la ceremonia nos desbordaban y se llevaban las libras demás acumuladas durante el noviazgo; la amorita y yo nos dimos un tiempo para meditar.

Había que decidir qué inscripción grabaríamos en nuestros anillos de matrimonio. No queríamos simplemente recordar la fecha, como normalmente se estila. Significaba mucho más que un día y por eso nos tomamos el tiempo necesario para hacerlo.

Acudimos entonces a nuestros mejores recuerdos. Elegimos  un verso de Mario Benedetti: «Eres mi conjuro contra la mala jornada», del poema Te Quiero. Era definitivamente lo que nos identificaba.

Cada día, al finalizar la jornada; el vernos, el compartir, el comer juntos, el salir a pasear…  simplemente nos cambiaba la vida. En especial cuando el trabajo, la presión, las incomprensiones del ‘nivel jerárquico’ y las horas extras sin remuneración sobrepasaban los límites tolerables. Ambos elegimos ser periodistas.

Ahora, casi cinco años después, y cuando los tiempos no han mejorado, vuelve a ocurrir; lo vuelvo a sentir y con más fuerza. Solo que ya no en singular. No ERES, sino SON mi conjuro contra la mala jornada.

Esta mañana, el Mateo me salvó el día y me cambió la vida. Cuando se percató que salía de la casa, y subía al auto, corrió detrás, al ritmo de sus pasos pequeños. Abrió la puerta y me pidió que vuelva. Tenía algo muy importante que decirme y no podía esperar.

Apagué el motor y me bajé apurado. Estaba atrasado, como siempre, para el trabajo. Repasando la reprimenda que me iba a ganar me acerqué para darle un beso. Pensé que quería volverse a despedir. Ha pasado en otras ocasiones.

Pero no. Simplemente quería decirme: «papá, que te vaya bien en el trabajo». Nadie le pidió que lo hiciera. Entonces, me mató y me revivió al mismo tiempo. Me hechó un conjuro tan fuerte que no importaron los reclamos y las decepciones del día.

Desde entonces, cada vez que algo sale mal, repaso el momento. Mi hijo, deseándome un bonito día y hechándome un conjuro poderoso contra la mala jornada. Esos instantes que se quedan grabados para siempre cuando uno se vuelve papá.

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