Por: Andrés Jaramillo
@andresgaj
Sabíamos que ese día tenía que llegar. Esperábamos, cruzando los dedos, que fuera luego de que cumpla 18 años. O cuando se gradue de la universidad. Pero nos llegó ‘un poco’ antes. El Mateo se enfermó.
Comenzó con un estornudo aislado al despertar o antes de dormir. Más que preocupación nos provocaba ternura, ganitas de comerlo a besos. Sobre todo cuando el espasmo terminaban con una de esas sonrisas coquetas que ha aprendido a regalarnos y que nos desarma enteros.
Pero de pronto ese estornudo comenzó a conjugarse en plural. Y lo peor: acompañado de tos. Ya no culminaba con una sonrisa coqueta, sino con llanto, incomodidad y la inevitable culpa de los papás.
¿En qué momento se enfermó el Mateo? Intentamos buscar una respuesta en los recuerdos, con la misma urgencia y presión de un testigo en el Juzgado Quinto de la Niñez y la Adolescencia de Quito.
Tal vez el día en que No lo vestimos inmediatamente después de que disfrutó de su baño caliente y le hicimos esperar para tomarle una foto que se publicó en su grupo de fans de WhatsApp. O cuando volvimos de la casa de los abuelos y antes de entrar a la casa se cayó su gorra de lana y ‘le dio el viento’.
En cualquier caso, sin importar el cuándo y el por qué, todos los recuerdos terminaban con una vocecita susurrándonos al oído:
-Maaaalos padreesssss
-Maaaalos padreesssss
-Maaaalos padreesssss
Pudimos entrar en crisis, en serio, pero afortunadamente primó la razón; las horas en los libros de investigación científica hicieron mella. Ni manteniéndolo en una burbuja artificial, el Mateo iba a estar blindado contra una bacteria, un virus, una gripe, una congestión. Es parte de la vida; necesario en esta carrera de padres.
Lo que no significa, por supuesto, que vayamos a dejarlo solo; con pañal y bibidi en Quito, donde el frío muerde, luego hace calor y más tarde llueve como si San Pedro estuviera como el presidente Rafael Correa en sus sabatinas: ‘comido gorilas’.
El pediatra le dio soporte a nuestra tesis de enfermedades necesarias e inevitables (y de paso nos levantó la autoestima) Lo revisó; nos dijo que estaba bien con su peso; que crecía saludable. A sus dos meses ya tiene 10 libras y mide 57 cm. Recomendó un gotero contra la tos y el estornudo. Nada más.
Antes, su pediatra de cabecera, ya nos había encargado la misión de no estresarnos con nuestra condición de padres primerizos y disfrutar; relajarnos. Después de todo, la mejor fórmula para hacerlo más fuerte ante las enfermedades no es encerrarlo en la casa, evitando que los familiares le muestren su cariño cargándolo o llenándolo de ropa abrigada, sino alimentándolo con leche materna.
Miren qué tan beneficiosa puede ser: http://www.unicef.cl/lactancia/docs/mod01/Mod%201beneficios%20manual.pdf
Entiendo la Preocupacion.! A mi me pasa Igual y eso q mi Joss ya tiene 6.. Bonito reportaje..!
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Así se aprende mamita y papito de Mateo, sin duda el es un gran chico fuertemente y saludable, solo es un pequeño resfrío…. falta mucho por vivir y seguro traerá otros sustos y preocupaciones, pero muchas más serán las alegrías.
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